Recientemente conocimos el caso de un hombre que había contactado con una menor a través de la red social de Internet Tuenti y luego la amenazó con enseñar las imágenes comprometidas que ella le había enviado para conseguir la cita en la que presuntamente la violó.
Los adolescentes utilizan cada vez más imágenes en las que aparecen medio desnudos o en actitudes sensuales para ligar a través de las nuevas tecnologías (últimamente cada vez más teléfono móvil). Y muchas veces esas imágenes salen del contexto en que se hicieron y enviaron, o se envían a personas que no son quienes dicen ser, y se vuelven en su contra con consecuencias perjudiciales o penales; incluso trágicas.
Tan dramáticas como lo fueron para Tiri, el niño estonio de 11 años que se suicidó después de que su acosador distribuyera desde Puerto Real (Cádiz) entre todos sus amigos las fotografías en que aparecía semidesnudo. O el caso de Jesse Logan, la estadounidense de 18 años que se ahorcó después de haber visto difundida una foto comprometida que le había enviado al que entonces era su novio.
Los más expuestos son los jóvenes entre 13 y 17 años, según Jorge Flores Fernández, director de PantallasAmigas, una iniciativa de promoción de la seguridad de los jóvenes en las nuevas tecnologías. «Lo hacen para ligar, coquetear, o simplemente relacionarse y divertirse. Otras veces lo hacen por la presión del grupo, el sentimiento de pertenencia o el deseo de transgredir. Pero, en general, no ven las consecuencias. No creen que las imágenes vayan a salir. Pero salen, algunas veces, incluso, como una broma», afirma Flores.
El psicólogo Javier Urra, primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, corrobora la motivación de los adolescentes. «Es una manera de sentirse aceptados en el mundo virtual, consideran que es su forma de hablar y que los adultos se asustan porque no las entienden. Es su espacio de autonomía, su mundo íntimo». El 85% de los menores entre 10 y 15 años conectados a Internet, según un reciente estudio del Observatorio de la Seguridad de la Información, responde que no sabría qué hacer ante un caso de acoso en la Red, indica Urra.
La última práctica de riesgo a la que se ha dado nombre es el sexting, o envío de este tipo de fotografías a través del teléfono móvil. Jorge Flores cree que, en este caso, «el problema es mayor porque hay menos percepción de riesgo y los adolescentes tienen muy poca cultura de la privacidad». El psicólogo cree que, para los nativos digitales, manejar conceptos como la privacidad de lo personal es muy complicado: «Creo que habrá un efecto rebote y se estabilizará, pero se necesita tiempo».
El envío o tenencia de fotografías comprometidas de menores «pueden constituir un delito de pornografía infantil, aunque sea entre los propios menores», asegura el director de Pantallas Amigas.
Fuente: El País