¿Qué puede llevar a un menor a enviar una imagen de alto contenido sexual de sí mismo a su pareja o a alguien con quien quiere flirtear usando el teléfono móvil o las redes sociales? Algunos estudios aseguran que el 10% de los y las adolescentes de entre 10 y 16 años han practicado alguna vez sexting, una cifra que va en aumento: “En este tipo de casos las sumas son difíciles y relativas. Pero en los que todos los estudios coinciden y los expertos también, es que se trata de una práctica cada vez más frecuente y arraigada entre jóvenes y adultos. Lo peor es que, la mayoría de las veces, se ve como una forma de ejercer la sexualidad de forma segura y esto no es así. Todo lo contrario, se trata de un hábito de alto riesgo”. Son palabras de el director de proyectos de PantallasAmigas, en un reportaje publicado hace unos días en el diario online Estrella Digital.
El gran problema del sexting, es que quienes lo practican no son conscientes de sus riesgos. El más grande es la sextorsión, que ocurre cuando un delincuente amenaza con hacer llegar a terceros o publicar en Internet imágenes o videos con contenido sexual en las que aparece o participa la propia víctima. Una forma de explotación sexual en la cual se chantajea a una persona por medio de una imagen de sí misma desnuda que ha compartido a través de Internet mediante sexting . La víctima es posteriormente coaccionada para tener relaciones sexuales con el/la chantajista, para producir pornografía, o para obtener dinero u otras acciones. El chantaje se suele realizar por Internet, ya que asegura un cierto grado de anonimato al criminal.
La mayoría de las víctimas de sextorsión suelen preferir mantener estos asuntos en privado, con el fin de evitar una humillación mayor, o para ocultar la forma en que el sextorsionador consiguió el contenido sexual.
Hace unos meses ya hablamos del caso de Cassidy Wolf, una Miss Teen USA (Miss Adolescente Estados Unidos) que reconoció en diversos medios de comunicación que había sufrido sextorsión antes de resultar ganadora del concurso de belleza, cuando era menor de edad. En este caso, Cassidy contó que fue observada a través de su webcam durante un largo periodo de tiempo sin que ella se diera cuenta, ya que el sextorsionador consiguió hackear la webcam de esta chica de 19 años. Este hackeo fue posible gracias a un RAT o Troyano de Acceso Remoto que el delincuente consiguió instalar en la computadora de Cassidy y que entre sus funciones, incluía la de activar la webcam de forma remota sin que ésta encendiera la luz que suele activarse cuando la webcam está en uso. Al no ver esta luz, Cassidy no pudo darse cuenta de que estaba siendo espiada.
Sin embargo, en otros casos como los de Amanda Todd o Daniel Perry, las víctimas no pudieron soportar la extorsión de ver publicadas las grabaciones de las sesiones de cibersexo y acabaron suicidándose. Desde Pantallas Amigas, os dejamos una serie de animaciones para que podáis prevenir este ataque contra la privacidad: