La usurpación de identidad es uno de los ciberdelitos más comunes y suele tener una finalidad económica (compra de bienes o contratación de servicios a cargo de la identidad afectada) o bien un fin relacionado con el ciberacoso y que busca en última instancia provocar problemas a la víctima.
El hecho de que vivamos buena parte de nuestra vida en el contexto digital hace que nuestra presencia física sea prescindible en muchas ocasiones, tanto en nuestras relaciones personales como en las contrataciones comerciales. Si a ello sumamos cierta falta de cultura de la privacidad y de la ciberseguridad que afecta a la práctica totalidad la población, tenemos que el hecho de que nuestra identidad sea robada (duplicada, más bien) es más una cuestión de probabilidad que de posibilidad.