La forma en que los delincuentes tienden trampas a sus víctimas no es en esencia muy distinta a la de los viejos chantajes de la Antigua Roma, en la época de Marco Licinio: primero se ganan la confianza del menor —a menudo usando una identidad falsa— para hacerse con imágenes o vídeos íntimos y luego usan ese material para obtener más. “Dominan la voluntad del menor con una escalada de chantajes”, precisa Jorge Flores, fundador y director de Pantallas Amigas, quien advierte que en ocasiones el delincuente ni siquiera usa una foto real del menor para extorsionarlo, sino que recurre a montajes, un secreto o el bloqueo de alguna cuenta.
Aunque esa es en esencia la dinámica, Flores señala que no todos los casos de sextorsión por Internet son grooming. Ni tampoco todos los casos de grooming son iguales. En ocasiones el delito se mezcla con el maltrato machista y deriva en ciber violencia de género, que puede darse tanto entre menores como mayores de edad. El delincuente emplea entonces fotos o vídeos sensibles para “atar” a su pareja y obligarla a mantener relaciones. En los casos más extremos la práctica puede derivar en la conocida como porno venganza, un término con el que Flores no se muestra muy conforme: “Ni es porno, ya que no se graba para ser exhibido, ni es vengativo porque no supone afrenta previa. Es sencillamente distribución no consentida de imágenes íntimas”.
No es extraño tampoco que el delincuente emplee el material íntimo con el que se ha hecho para ganar dinero. El perfil de víctima es en esos casos más preciso que en el grooming: afecta sobre todo a hombres adultos que caen en trampas a través de redes como Tinder, Facebook, Linkedln… “Cada vez se va a redes más tradicionales y se reduce la edad de la víctima potencial. Si antes era un hombre de 40 años al que enganchaban por Badoo, ahora puede ser un chaval de 19 o 17 años. Esto nos preocupa”, reflexiona Flores. Otra peculiaridad es que los chantajes, en estos casos, suelen orquestarlos bandas organizadas que buscan enriquecerse con sus víctimas.
Algunas modalidades de sextorsión buscan el abuso sexual de menores de edad, otras chantajear a las víctimas a cambio de dinero o atarlas a relaciones con amenazas
El jefe de la Sección Operativa de Redes de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional, Roberto Fernández Alonso, destaca la incidencia de los chantajes que buscan sacar dinero de la víctima, no más material íntimo. “Contamos con muchísimas denuncias. Tenemos más de 4.000 víctimas en España y nos referimos solo a quienes han denunciado. Más o menos, por la práctica y el tiempo que llevamos viéndolo, podríamos estimar, siendo prudentes, que denuncia el 20 o 30% de quienes son víctimas de esta modalidad delictiva”, comenta el inspector jefe de la Policía: “Ahora quizás ha bajado bastante, pero hace dos o tres años fue increíble el impacto que tuvo”.
El tipo más reciente de sextorsión no es tan elaborado, pero gracias a él los delincuentes son capaces de llegar a muchas más víctimas. “Desde finales de primavera y principios del verano de 2018 se está dando mucho el envío masivo de emails en los que se afirma que se ha infectado el ordenador de la víctima y obtenido imágenes íntimas. Se pide dinero por no publicarlas en el entorno personal, familiar y laboral”, explica Fernández Alonso antes de detallar que habitualmente los pagos se reclaman a través de Bitcoins. “La víctima puede ser cualquiera porque se trata de un envío masivo con miles de correos”, reconoce el inspector jefe de la Policía Nacional.
La prevención, la mejor estrategia
Para evitar convertirse en víctima de sextorsión expertos, instituciones y asociaciones insisten en la importancia de la prevención. El psicólogo Daniel Argibay advierte de que el grooming es “un problema bastante transversal” que no distingue género ni clases sociales y aboga por educar a los más jóvenes para que se desenvuelvan en Internet con criterio. “Es función de los padres tomar conciencia y conocer en la medida de lo posible tanto como los niños, quienes en general manejan el móvil mejor, lo que ya de por sí los sitúa frente a una asimetría”, reflexiona.
“Es fundamental despejar todos los canales que tienen que ver con la comunicación. El silencio enferma o mata. Pasa con cualquier vínculo, pero mucho más cuando se trata de un menor y los adultos encargados de su cuidado”, comenta Argibay: “No se puede atacar y defenderse de aquello que no se conoce. Y en esto hay bastante ignorancia, la verdad. Así como está tan difundida la educación sexual en los colegios, no hay consciencia de una educación cibernética”.
Las guías de prevención de la sextorsión inciden también en la importancia de extremar las precauciones: guardar las imágenes o información privada en lugares seguros, tapar la webcam, usar un buen antivirus que elimine posibles troyanos o spyware, cambiar las claves una vez se haya comprobado que no hay malware, tener cuidado con las redes Wifi abiertas y los móviles… Pero ¿y si a pesar de esas precauciones terminamos siendo víctimas de sextorsión?
Cómo documentar las pruebas
Fernández recalca cuál debe ser el primer paso: respirar profundo y sosegarse. “Un patrón general a seguir en todos los casos es mantener la calma. Parece algo de Perogrullo, pero no suele aplicarse nunca. Hay que pararse un minuto y preguntarse qué está pasando”, comenta el inspector feje. El siguiente paso es buscar apoyo. “Si hablamos de menores de edad siempre insistimos en que busquen la ayuda de un adulto de confianza para que les asesore. Decimos en general porque lo habitual es que no confiesen esto en la familia. Por lo menos deben estar apoyados por alguien que les ayude a llevar el camino y comentarlo a sus familiares”, apostilla Flores.
Las víctimas de “grooming” deben pedir ayuda a un adulto de su confianza, denunciar ante las autoridades y, en la medida de lo posible, recabar pruebas de la extorsión mediante pantallazos acompañados de la fecha y hora
En su Decálogo para una víctima de sextorsión, el fundador de Pantallas Amigas incide también en la importancia de no aportar información adicional al chantajista. “Los datos que posee quien realiza la extorsión son siempre un arma potencial. Cuanto más se sepa de alguien, más vulnerable es. Se debe evitar aportar informaciones adicionales, aunque parezcan irrelevantes”, aconseja. Otro paso fundamental es guardar las pruebas de la sextorsión: hacer pantallazos cada vez que el delincuente lance amenazas o muestre material delicado, anotando además la hora y el día.
¿Cómo? Fernández Alonso señala que es “prácticamente irrelevante” el programa que se use para hacer las capturas de pantalla o si estas se almacenan en un disco duro o un pendrive. Lo que sí aconseja es echar mano de servicios que ofrezcan una “certificación digital”. Aunque el comisario reconoce que estas herramientas tienen un coste, los conocidos como “testigos online”, como eGarante, una figura que contempla la Secretaría de Estado para el Avance Digital de España, refuerzan el valor de las evidencias al contar con un timestamp que acredita de forma fehaciente cuándo se recabaron. En su web, eGarante avanza que su objetivo es que, “en caso de conflicto, haya suficientes elementos digitales probatorios para nuestra defensa”. Uno de sus servicios, eG Web, por ejemplo, documenta de forma exhaustiva el contenido de una web o red social.
El comisario insiste en cualquier caso en que, sea cual sea la herramienta que se emplee, es importante acumular toda la información posible.”Ante la comisión de un delito del que seamos víctima hay que mantener la calma y tratar de apuntar nombres de usuario, nicknames, perfiles, números de teléfono, correos electrónicos… así como tratar de hacer pantallazos de los mensajes y perfiles”, señala Fernández Alonso, quien recomienda no avisar al chantajista de que se va a interponer una querella para evitar que borre pruebas. “Todo el material que se almacene se entregará en Comisaría cuando se presente la denuncia. Es recomendable el uso de servicios que ofrecen certificación digital, que da más validez al indicio y ofrece mayores garantías ante la volatilidad de la prueba, es decir ante su posible eliminación”, recalca el policía.
Herramientas como eGarante permiten reforzar el valor de las pruebas. Inteco apostilla que, incluso en aquellos casos en los que las evidencias carecen de valor legal, ayudan en la investigación
Inteco insiste también en la importancia de documentar el acoso. “El almacenamiento de las conversaciones, mensajes, imágenes, vídeos… relacionados con los hechos es importante”, aclara el organismo: “En determinados casos las pruebas que puedan aportar las víctimas y demás implicados no necesariamente cuentan con validez judicial, ya que no existe evidencia de su veracidad o procedencia. Entre estos casos se puede señalar por ejemplo las capturas de pantalla o la recepción de mensajes. […] A pesar de ello, las evidencias aportadas por los implicados son de especial relevancia para fundar las sospechas que lleven a la intervención y concretar las comunicaciones mediante las que se ha podido incurrir en un delito”. Gracias a esa ayuda crucial los investigadores de la policía “pueden realizar su trabajo con mayor precisión y menor tiempo”.
“Se entenderá mejor con un ejemplo de una fotografía publicada en una página web. En ese caso, puede ser importante descargar la fotografía, aparte de realizar una captura de pantalla o de la página web completa, e incluso fotografiar nosotros mismos la pantalla donde se vea la foto”, señala Modesto Álvarez en el estudio de Inteco antes de explicar que la foto de la pantalla servirá para documentar la dirección, instante… en un documento al que la propia cámara asignará una fecha y hora. El pantallazo complementa la información y la foto descargada aporta “mucha información” sobre sus datos ocultos: cuándo se tomó, con qué cámara y programa, si se ha retocado, etc.
En aquellos casos en los que los afectados quieran permanecer en el anonimato pueden informar a las autoridades a través de los formularios de contacto colgados en las webs de la Policía Nacional y del Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil. En cuanto a los plazos, Inteco recuerda que, “aunque es conveniente denunciar lo antes posible a efectos de aportación de pruebas”, las víctimas disponen de cinco años para querellarse. A partir de ese margen prescribe el delito.
Otra idea recogida en el decálogo de Pantallas Amigas es advertir al extorsionador de que está cometiendo un delito. Y muy grave, además. “Puede que quien chantajea no haya reflexionado sobre los delitos que está cometiendo o en los que incurriría caso de cumplir con su amenaza. Debe conocerlos y también saber que su víctima sabe las penas a las que se enfrenta”, recoge la guía. En 2010 el Código Penal (CP) recogió un artículo (183 bis) que tipifica la figura delictiva del child grooming. Un lustro después, en 2015, la modificación del CP elevó tres años la edad límite del menor que puede ser considerado víctima de grooming, lo que la sitúa en 16.
A la hora de recabar pruebas debe documentarse lo máximo posible todo el proceso y obtenerlas siempre de forma lícita, sin vulnerar los derechos fundamentales
A medida que avance la investigación las autoridades podrían obtener —gracias a esa base— información facilitada por el administrador de la web, como la hora y fecha de publicación, qué usuario la hizo, su correo electrónico o el historial de conexiones, con direcciones IP, fechas y horas… “En definitiva, las evidencias que no se ven a simple vista son tan importantes o incluso más que las visibles”, incide el informe. Otro de los puntos en los que pone el acento es que no se deben formatear o modificar los equipos relacionados con las pruebas.
A la hora de obtener las evidencias el principal “límite” que se debe respetar es no conseguirlas de forma ilícita, por ejemplo incitando al sospechoso a realizar algún comentario que haga que se auto implique, o vulnerando derechos fundamentales, lo que ocurriría si se introducen a propósito troyanos en su ordenador, accede sin permiso a su equipo para obtener material o se graban imágenes o sonidos sobre él sin que haya dado antes su consentimiento.
Denunciar, un paso clave
En lo que coinciden todos los expertos y guías es en la importancia de denunciar. “Las amenazas, realizar grabaciones o publicarlas sin consentimiento, usar malware para manipular un equipo ajeno o extraer claves privadas son acciones ilegales. La denuncia debe hacerse si peligra la intimidad, el honor o la integridad física o psicológica”, aconseja Flores. Fernández anima a interponer la denuncian tanto en los casos de groomingcomo en los chantajes a adultos a cambio de dinero. A quienes se encuentren en este segundo caso, el inspector jefe les recomienda no ceder a la extorsión. “En las modalidades económicas es muy importante no pagar”, abunda.
Las víctimas de grooming o cualquier otra modalidad de sextorsión, pero también las de ciberacoso, phishing… tienen a su alcance a profesionales preparados para asesorarlas. La Policía Nacional dispone de la Brigada de Investigación Tecnológica y la Guardia Civil del Grupo de Delitos Telemáticos. Si se trata de menores de edad, las denuncias deben formalizarlas los padres, representantes legales o el Ministerio Fiscal. Además de en las comisarías de la Policía, Guardia Civil y Policías Autonómicas, pueden interponerse en el Juzgado de Guardia o la Fiscalía de Menores. Inteco precisa que quienes no se decidan a denunciar por vergüenza disponen de otras vías, “acciones intermedias o menos contundentes”. Una es aportar datos y alertas de forma anónima a través de las webs de la Policía Nacional, la Guardia Civil o los cuerpos autonómicos.