Para Sartori, la preponderancia de la imagen sobre la palabra escrita adquiere rango de catástrofe. En su opinión, la cultura audio-visual destruye la capacidad de abstracción, la crítica de las ideas y un empobrecimiento letal en el proceso de entender y conocer que posee el hombre.
Habla de la primacía de la imagen, en la que se describe el proceso por el cual se ha incorporado abiertamente la televisión en la vida diaria de ser humano, la influencia que tiene entre la niñez, una generación educada por y para la televisión, los videojuegos y finalmente Internet.
El autor dispara sin compasión contra la pérdida de la capacidad de abstracción que está provocando la constante exposición de los niños a las imágenes que aparecen en la pantalla de televisión. La información presentada por los medios se encuentra descontextualizada, manipulada y generada en base a unos intereses propios. Se crea un ser video-dependiente que se traga las imágenes sin masticar, como sopa templada que baja por el estómago y se salta el proceso de la razón y la crítica hasta llegar directamente al sistema excretor. El niño pierde progresivamente la visión que le ofrece la lectura de la palabra escrita, se sumerge sin darse cuenta en un mar de complacencia, chapoteando entre las imágenes sin aplicar el más mínimo sentido crítico.
¿Quién no ha escuchado alguna vez la frase “Una imagen vale mas que mil palabras”?. Puede que valga más, pero sólo a efectos de lo que le interesa al gobierno o las multinacionales que nos bombardean continuamente con toda tipo de estímulos anestésicos para acabar con nuestro filtro de decisión. Sartori advierte que los niños cada vez se leen menos libros y que cada vez se entregan a más horas de televisión o incluso de videojuegos o Internet.
En el libro se habla de cómo se ha impuesto la televisión sobre el resto de medios de comunicación, ofreciendo dos peligrosos tipos de información: la subinformación y la desinformación.
“Mientras la realidad se complica, las mentes se simplifican y nosotros estamos cuidando a un video-niño que no crece, un adulto que se configura para toda la vida como un niño recurrente. Nos encontramos ante un demos debilitado, no solo en su capacidad de tener una opinión autónoma sino también en clave de pérdida de comunidad” escribe Sartori.
Se rebela contra la falta de esfuerzo mental que proviene de la televisión y que se traslada a Internet como si se tratara de un simple ejercicio de traspaso eventual. Nos dice que a pesar del universo de posibilidades que ofrece la Red, vamos a seguir siendo individuos absorbidos por el poder triturante de la imagen fácil. “La paideia del video hará pasar a Internet a analfabetos culturales que rápidamente olvidarán lo poco que aprendieron en la escuela y, por tanto, analfabetos culturales que matarán su tiempo en Internet, en compañía de “almas gemelas” deportivas, eróticas o de pequeños hobbies. Para este tipo de usuario, Internet es sobre todo un espléndido modo de perder el tiempo, invirtiéndolo en futilidades”, escribe el italiano.
Sartori alerta de la saturación que puede llegar a provocar Internet “Corremos el riesgo de asfixiarnos en una exageración de la que nos defendemos con el rechazo; lo que nos deja entre la exageración y la nada. El exceso de bombardeo nos lleva a la atonía, a la anomia, al rechazo de la indigestión: y de este modo, todo termina, en concreto, en una nimiedad.”
Fuente: NeoTeo (ABC)