La juventud se siente más sola y menos feliz en esta era digital frente a épocas pasadas, según varios estudios
Los dispositivos electrónicos nos lo han dado todo: un modo de comunicación al instante, el acceso a las últimas noticias para amenizar el trayecto de metro, la tradicional biblioteca de salón disponible en una simple tableta y hasta una fuente inagotable de cotilleo de la vida de nuestros conocidos y desconocidos a través de las redes sociales. Si no encontramos un cajero de nuestro banco, sólo tenemos que googlear en el smartphone para que nos guíe hasta el más cercano. En el caso de que aún no haya nadie en el punto de encuentro, podemos echar mano del móvil y deshacernos de esa sensación de «panoli» que se nos queda cuando somos los primeros en llegar a una cita. Y aunque parezca que el móvil siempre nos acompaña, lo cierto es que en el fondo nos hace sentir todavía más solos.
Mucho contacto online y poco ‘face to face’. La hiperconectividad ha transformado los patrones de ocio común de adolescentes y jóvenes hasta el punto de convertirles en la generación más solitaria que se recuerda. Aunque la cantidad de tiempo que los menores dedican de manera presencial a sus amigos ha ido disminuyendo considerablemente desde 1970, en 2010 -época de auge para los smartphones– esta caída se acelera sobremanera. Son las conclusiones de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de San Diego.
El «boom» de los smartphones, principio del fin
A pesar de que las horas de ocio siguen siendo las mismas y las actividades extraescolares ocupan baremos parecidos, los jóvenes dedican menos tiempo presencial a sus amistades. A finales de la década de 1970, el 52% de los estudiantes de Bachiller se reunían con sus amigos casi todos los días. Para 2017, sólo un 28% continuaba esta tendencia. La caída se pronuncia especialmente después de 2010, cuando comienza el «boom» de los dispositivos con conexión portátil como móviles y tablets.
Soledad, un sentimiento muy común
Las generaciones que han nacido con una pantalla bajo el brazo experimentan, además, mayor sentimiento de soledad. Resulta irónico que en un mundo tan hiperconectado como el actual los jóvenes se sientan tan solos. Sin embargo, la investigación concluye que casi el 40% de adolescentes y jóvenes se identifican con la afirmación “muchas veces me siento solo“.
¿Y fueron felices?
La sensación de soledad contribuye, en parte, a la disminución de la felicidad que experimenta esta generación. La gran cantidad de tiempo que pasan los adolescentes interactuando con medios digitales puede estar relacionada con la infelicidad. Es decir, el universo digital prolifera en detrimento de la felicidad de los más jóvenes. Esto es, al menos, lo que sugiere el último Informe Mundial sobre Felicidad de 2019.
Según parece, las herramientas electrónicas ocupan ahora el tiempo que antes se dedicaba a otras actividades más beneficiosas, lo que ha derivado en una reducción del nivel de felicidad. Los investigadores creen que el cambio en la forma en que la adolescencia disfruta de su tiempo libre justifica la reducción del bienestar hallada en las estadísticas. No se sabe en qué punto se encuentra la tendencia de comer perdices, lo que por ahora parece demostrado es que las nuevas tecnologías no suponen una fuente de felicidad per se.