(Artículo de César Ponce para el webzine especializado en delincuencia Hoppes nº 9.)
La irrupción de las nuevas tecnologías ofrece mayores posibilidades a los delincuentes más jóvenes. Novedosos delitos comienzan a ser investigados y tratados dentro de una labor de concienciación desconocida
Sebastián de Covarrubias definió a los libros de caballerías (1611) como “ficciones gustosas y artificiosas de mucho entretenimiento y poco provecho”, mostrando el sentir ambivalente que se tenía del género. Unos siglos más tarde, Juan Antonio Ruiz San Román (profesor de Sociología en la Universidad Complutense además de especialista en opinión pública y cultura de masas) realiza un osado paralelismo para opinar sobre la realidad de las nuevas tecnologías: “Me preocupa su carácter adictivo. Cervantes ya escribió el Quijote mofándose de la adicción a los libros de caballerías”. Alonso Quijano en su juventud leía hazañas de caballeros andantes. Los jóvenes de hoy en día navegan por Internet, mandan fotos por el móvil o juegan a la videoconsola. No por estos hábitos van a acabar perdiendo el juicio como el caballero de la Mancha, pero los riesgos existen y precisan de proyectos de prevención modernizados.
“Las nuevas tecnologías facilitan la vida de los jóvenes pero también el delito se sirve de ellas”. Así lo afirma Carmen Defez Cerezo en su estudio, donde avisa de las “graves repercusiones del uso incorrecto de algunos dispositivos para el desarrollo psicológico y educativo de los menores”. El consumismo o la diversión van desplazando al esfuerzo. En el Protocolo contra la violencia juvenil elaborado por varias instituciones valencianas se llega a una conclusión similar que relaciona la delincuencia con las limitaciones del lenguaje: “Al no poder expresarse, llegan antes a las manos”. Ofelia Tejerina, abogada especializada en el estudio legal del uso de las Nuevas Tecnologías, confirma que la revolución tecnológica repercute en los datos de delincuencia juvenil: “Muchos jóvenes cometen delitos en Internet sin saberlo. El puro desconocimiento está haciendo que haya pequeños delincuentes que ni siquiera saben que lo son”.
Los datos evidencian la existencia de una parte nociva en las nuevas tecnologías, especialmente para los más inexpertos. Rosario del Rey, psicóloga especialista en convivencia y prevención de la violencia, localiza el problema en la falta de experiencia tecnológica: “Los jóvenes tienen comportamientos en Internet muy alegres, sin pensar las consecuencias”. En la misma línea se manifiesta Ofelia Tejerina: “Los adolescentes primerizos tienen una curiosidad natural que no les permite distinguir riesgos en determinados casos”. Ruiz San Román prefiere no centrarse en lo negativo y relativizar el problema: “Las nuevas tecnologías son como la calle o los alimentos. Tienen aspectos positivos y negativos sobre los que conviene formar a los menores”.
¿Conectados o atrapados?
Las nuevas tecnologías traen consigo delitos de nueva cuña. Internet tiene mucho que ver en ello, pues “todo deja rastro”, confirma Ofelia Tejerina, también colaboradora del portal Elegales sobre conductas delictivas en Internet. “Le acosaron hasta provocar su muerte (e incluso después)”; “Se rieron del rarito hasta provocar su suicidio”; “Crearon un Web para reírse de los retrasados de clase”: son tres titulares de prensa recientes con menores implicados en casos de Ciberbullyng, uno de los hostigamientos más habituales relacionados con la tecnología. Tejerina lo considera un fenómeno preocupante, puesto que “un chico aparentemente tranquilo tras la pantalla del ordenador puede ser un potencial acosador”. Ruiz San Román y Rosario del Rey son menos alarmistas. La psicóloga no atisba una gran incidencia y advierte que no se debe comparar con los procesos de victimización que se prolongan en el tiempo y crean perjuicios psicológicos. El sociólogo cree que se ha avanzado en sensibilidad social, aunque es necesario incidir en la formación de los docentes para crear un clima de mayor respeto a las normas.
Más extendido es el uso de las redes sociales, repletas de posibilidades pero con grandes peligros al acecho. En este sentido se ideó el eslogan del festival chupete ¿conectados o atrapados?, donde se abordó el tema. Alumnas en prácticas publicaron datos sanitarios de un paciente en Tuenti para ridiculizarle; una niña de 10 años creó un exitoso grupo en Facebook para humillar a una compañera de clase; un menor de 13 años se hizo pasar por otra persona en Facebook para enamorar a un joven de 20 años y estafarlo después simulando su propio secuestro. Estos y otros casos reales, cada vez más extendidos, resultan preocupantes para Ofelia Tejerina: “Se suben imágenes de forma natural. Hasta que los jóvenes no entiendan que intimidad es igual a seguridad, el peligro será latente”. Ruiz San Román también aboga por la precaución recordando un lema que le llamó la atención: “Piensa antes de colgarlo”. En su opinión “el mayor riesgo es creer que no existe riesgo. Sería ingenuo pensar que las piscinas o el mar no tienen riesgos”. Una visión más mesurada aporta Rosario del Rey: “Suponen un riesgo pero no se debe informar de ellas como si se tratase de un demonio. Hay que concienciar a los menores de que son ellos offline pero también online”.
Hay otras amenazas menores que también hay que tener en cuenta, especialmente el uso del teléfono móvil. En 2006 la Guardia Civil detuvo a tres jóvenes de Madrid (entre 15 y 19 años) por provocar y grabar un incendio; el mismo año se detuvo en Almoradí (Alicante) a cuatro menores (entre 15 y 17 años) por agredir a un compañero y colgar el vídeo en Internet; en 2007 tres adolescentes se filmaron mientras cometían actos vandálicos en una compañía ferroviaria de Gijón. “Esperar, esperar, esperar”, aconseja Ruiz San Román con el fin de combatir la presión que reciben los adultos para dar un móvil a los niños desde pequeños. El sexting (envío de fotos de contenido sexual), Grooming (engatusamiento a menores), mal uso de cámaras Web o videojuegos adictivos y violentos son otras ramificaciones de la ciberdelincuencia juvenil que se deben considerar.
Concienciación, actuación y legalidad
El nuevo panorama digital precisa de medidas de prevención actualizadas a los tiempos. En 2004 se creó Pantallas Amigas con el fin de promocionar el uso seguro y saludable de las nuevas tecnologías y el fomento de una ciudadanía digital responsable en infancia y adolescencia. Con una motivación similar nació en 2002 la asociación Protégeles, que saltó a la fama por descubrir un portal donde unas menores colgaban fotografías de autolesiones, con cortes en brazos o quemaduras por cigarrillos, como reflejo de la incomprensión social y familiar que sufrían ante su problema de anorexia y bulimia. Cada año la asociación organiza un evento conmemorativo por motivo del día Internacional de la Internet segura, que este año se celebra el 12 de Febrero. Son medidas de concienciación necesarias, como certifica Rosario del Rey: “Se debe implicar a profesionales de distintos ámbitos (derecho, tecnología, educación, psicología), como se ha hecho en el País Vasco. Hay que dogmatizar ciertas medidas de convivencia”.
Las labores de concienciación precisan de medidas de actuación que las hagan efectivas. La policía judicial cuenta con brigadas de Investigación tecnológica. La Guardia Civil dispone del Telemáticos o Grupo de Delitos (GTD), organismo especializado en delitos relacionados con las nuevas tecnologías. Además hay agentes que en determinadas provincias como Málaga o Palma forman a los jóvenes sobre el uso de Internet y otros dispositivos móviles.
Ruiz San Román también es secretario de la Asociación Kids & Com, que reúne grupos de investigación universitarios en infancia y comunicación con el fin de intercambiar información sobre proyectos y recursos. Una de sus líneas de investigación ha girado en torno a las posibles mejoras de la ley General de la Comunicación audiovisual (2010) en lo relacionado con menores y en contraposición de otras normativas europeas: “Se podría hacer un sistema de calificación de contenidos audiovisuales que informe sobre si un programa de televisión contiene droga, sexo, violencia o terror, como se hace en Holanda o Gran Bretaña. Un sistema que ayude a tomar la decisión de ver o no ver el programa con mis hijos”.
La delincuencia juvenil aumenta cuantitativa y cualitativamente con la aparición de las nuevas tecnologías. Se trata de un fenómeno cada vez menos reciente que se empieza a abordar con diligencia y preocupación desde algunos ámbitos. Posiblemente aún no deba considerarse un problema alarmante, pero sí lo suficientemente preocupante como para volver loco al Don Quijote del siglo XXI.
Despieces y artículos de contextualización
El riesgo de las nuevas tecnologías en cifras / Proyectos y planes de prevención
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