Susan McLean, experta en ciberseguridad australiana y asesora de gobierno y escuelas de aquel país, criticó a los responsables de un colegio de secundaria de Cranbourne (Victoria) y a las autoridades policiales por no haber protegido a una víctima de un caso de ciberbullying que se produjo la pasada semana por medio de Facebook.
El director del colegio afirmó no tener poder para actuar porque los comentarios contra esta chica de 8º curso (13-14 años) habían sido realizados fuera del horario escolar y se limitó a aconsejar a los padres que acudiesen a la policía. Según justificó, el centro no podía hacer nada, aunque el abuso se hubía originado en el patio del colegio.
Para McLean este tipo de actitudes son como esconder la cabeza en la arena frente a un problema grave y en auge, ante el que «el colegio debe actuar, puesto que víctima y abusón acuden ambos al centro, y este tiene un deber de proteger a sus estudiantes. Se trata de un caso de un alumno que sufre por las acciones de otro alumno. Aunque suceda por la noche, las consecuencias están en el centro al día siguiente». La experta califica estas actitudes de arcaicas, propias de los colegios hace 5 ó 6 años, pero que ya no se justifican hoy en día, cuando la extensión del problema hace necesarias políticas y protocolos para hacer frente a situaciones de ciberbullying.
Según la madre de la alumna abusada, esta ha estado sufriendo abusos desde que entró en el colegio el año pasado pero el ciberacoso —especialmente por parte de una de las alumnas— se había intensificado durante las últimas semanas, hasta el punto en que llegó a leer un comentario racista y humillante publicado por esta alumna en el muro de Facebook de su hija. El ciberabuso se trasladaba así del colegio a su propia casa.
Ante la nula respuesta de los responsables del centro, los padres decidieron cambiarla a otro, que la aceptó inmediatamente al conocer las circunstancias.
Según el boletín del centro donde se originó el caso, en las últimas semanas se han multiplicado los casos de ciberbullying entre alumnos. Según el director, siempre investigan dichos casos pero si determinan que se producen fuera del horario lectivo, declinan actuar.
El padre de la chica acudió a la policía, quien no sólo afirmó que tampoco podían hacer nada sino que estaban cansados de que los centros derivasen a ellos casos similares en los que no se podía hacer nada.
Según la experta McLean, que fue policía durante 27 años, las autoridades deberían haber actuado pues el ciberbullying es un delito según la sección 21 del Crimes Act, que trata sobre el acoso e incluye el producido vía Internet. Según su opinión la policía al menos debería haber tomado declaración a la víctima, y acudido a hablar con la abusona. A partir de ahí se podía haber puesto en marcha un proceso legal o haber sido amonestada. Si no se hizo, opina, es porque la policía evita estas cuestiones al carecer de formación adecuada sobre el ciberbullying.
Fuente: Casey Weekly – Cranbourne