La OMS considera trastorno el abuso de videojuegos y los especialistas tratan de dar con la mejor terapia para reducir este tipo de adicciones digitales
Atrás quedaron los tiempos en que niños y niñas de todas las edades se dividían entre polis y cacos para perseguirse dentro de los confines del patio. Las muñecas, los coches teledirigidos o los dibujos animados ya no caben entre los pasatiempos preferentes de los más pequeños. Ni hablar de los libros. Hoy, la mayoría de jóvenes sale de clase pensando en enchufar la consola y dejar caer su huella dactilar sobre el botón de “iniciar partida”.
La mayoría de estudios coinciden en la preadolescencia como etapa de descubrimiento de la diversión en los videojuegos. En concreto, se estima que la edad media a la que se empieza a jugar se sitúa en los 11 años. A partir de ese momento de iniciación, un 66% de chicos y un 41% de chicas juegan a diario.
La edad promedio a la que los jóvenes comienzan a utilizar videojuegos de manera diaria se sitúa en los 11 años, siendo un 66% chicos y un 41%, chicas
Originariamente, los videojuegos sólo podían disfrutarse por medio de un ordenador o una videoconsola diseñada a tal fin, de modo que el enchufe y la red eléctrica se convertían en requisitos indispensables. Sin embargo, la conexión inalámbrica y en concreto, los smartphones han abierto la puerta a un mundo donde los videojuegos multiplataforma -como el archiconocido Fortnite– están allá donde vaya nuestro móvil y por tanto, al alcance de cualquier mano.
¿Por qué enganchan los videojuegos?
La disponibilidad absoluta que presentan estos juegos no ha hecho sino potenciar un componente adictivo que ya traían de base este tipo de actividades electrónicas. Además, los desarrolladores cada vez se esfuerzan más por dotar de atractivo a sus videojuegos con interfaces más realistas, colores vibrantes y multitud de posibilidades en cada partida.
Los ensayos neurocientíficos indican que los dispositivos tecnológicos nos hacen segregar cortisol y dopamina, hormona y neurotransmisor relacionados con la felicidad. No es de extrañar, por tanto, que el cerebro adolescente se sienta enormemente atraído por los juegos electrónicos y pueda llegar a desarrollar un alto nivel de adicción.
Esta sensación placentera que experimentan los videojugadores al encender sus pantallas la define el doctor Gary Small en su libro «El cerebro digital» así: «Cuando la dopamina transmite mensajes a los centros de placer del cerebro, hace que éste quiera repetir esas acciones una y otra vez, y el cerebro se deja engañar con el primer recuerdo. Aunque ya no sienta el placer original y sea consciente de las consecuencias negativas de ese comportamiento, intenta volver a conseguir esa sensación».
Consejos para prevenir el abuso en adolescentes
1. Dejar claras las prioridades: las necesidades vitales y las tareas escolares priman por encima de cualquier entretenimiento.
2. Fijar un horario y tiempo de juego determinado.
3. Evitar cortar el juego de golpe, sino anunciar unos minutos antes que el horario dedicado a la videoconsola llega a su fin por ese día.
4. Compaginar el tiempo de ocio del adolescente con otras actividades lúdicas alejadas de los videojuegos: deportes, lectura, juegos en familia o con amigos/as…
5. Mostrar una actitud de comprensión y cercanía que permita que el niño o la niña escuche, entienda y genere el diálogo entre ambos.
¿Existe tratamiento específico para esta adicción digital?
El pasado año 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó la adicción a los videojuegos como enfermedad mental. A pesar de que la Estrategia Nacional sobre Adicciones recoge también el abuso de nuevas tecnologías y videojuegos, lo cierto es que la sociedad todavía no ha terminado de asociar el campo digital al de las conductas adictivas.
Varios especialistas de las áreas psiquiátrica, psicológica y cognitiva-conductual, sin embargo, llevan tiempo dedicados a investigar diferentes tratamientos para dar con una terapia definitiva que logre controlar el trastorno del videojugador.
A estos efectos, la Clínica Universitaria de la Universidad Miguel Hernández (UMH) ha iniciado un estudio piloto para tratar de reducir el consumo de videojuegos en la etapa adolescente. Para ello, ha diseñado un test donde, mientras los padres comprueban si su hijo/a presenta una conducta de abuso, los investigadores recopilan información útil para optimizar las directrices de su terapia. Si los profesionales detectan algún caso susceptible de tratamiento, pedirán a los padres que participen en este protocolo terapéutico.