Presentado en la convención anual de la Asociación Americana de Psicología celebrada en Toronto, el estudio realizado por la doctoranda Emily Stasko, de la Universidad Drexel de los Estados Unidos, trata de demostrar los posibles efectos positivos de la comunicación sexual abierta con la pareja, incluyendo la práctica del sexting como parte de esa comunicación.
El estudio de la Universidad Drexel define el sexting como el «envío, recepción o reenvío de mensajes, imágenes o fotos sexualmente explícitos a través de medios electrónicos, en particular entre los teléfonos celulares”, y entre sus objetivos, está el de darle un enfoque más positivo a la práctica del sexting entre personas adultas. La autora de la investigación critica que el sexting haya recibido una creciente atención como una actividad de riesgo, asociado a muchos otros comportamientos de riesgo (por ejemplo, relaciones sexuales sin protección o el uso de drogas) y secuelas negativas para la salud (por ejemplo, las infecciones de transmisión sexual o el embarazo no planificado). Por ello, y para aprender más sobre la práctica del sexting y cómo se correlacionan con las relaciones personales y la satisfacción sexual, Stasko realizó un estudio con 870 personas adultas de los Estados Unidos de América, de 18 a 82 años, estando tres cuartas partes de los participantes en una relación estable.
Los resultados de este pequeño estudio muestran que el sexting es un comportamiento común entre los adultos estadounidenses, y la mayoría (87,80%) de la muestra declaró haber practicado el sexting en algún momento de su vida, con un 82,20% indicando que lo hizo en el último año. Sin embargo, cabe destacar que en la investigación se constató que el sexting es poco practicado y poco satisfactorio cuando se practica entre personas que están en relaciones nuevas, no estables, o casuales, por lo que los efectos positivos y la reducción de los riesgos que conlleva practicar el sexting tan solo se aprecian en aquellas parejas que llevaban relaciones estables y duraderas. Para las personas que estaban en una relación comprometida o complicada, el sexting se asociaba negativamente con la satisfacción, y esa menor gratificación también se observó entre solteros.
El estudio destaca esos efectos positivos de la práctica del sexting en adultos que llevan una relación sana, longeva, comprometida y consolidada. Estas personas cuentan con una menor presión social y un menor riesgo ya que el tener pareja estable y no tener que cumplir con las expectativas de su grupo de iguales, reducen los escenarios en los que esas imágenes comprometedoras saldrían de ese contexto privado.
El estudio olvida que Internet es un contexto que por su potencia da demasiadas ventajas a quien desea victimizar, como ocurrió con el caso de Amanda Todd, y tampoco advierte de forma explícita a los y las adolescentes, que debido a su falta de experiencia y el tipo de relaciones no duraderas que se llevan a cabo en esas edades, el sexting es una práctica que no solo conlleva grandes riesgos, sino que además no es siempre satisfactoria.
Desde PantallasAmigas consideramos la privacidad tanto como un derecho (no un deber), como un factor de protección, y para ello promovemos la cultura de la privacidad de datos, de la toma de conciencia, no la obligatoriedad de proteger los propios, pero sí de preservar los ajenos. Existe un riesgo en animar sobre todo a adolescentes a ver el sexting como una práctica segura y saludable, obviando los riesgos que conlleva practicarla, que en el caso de menores de edad también deben tener en cuenta el coste legal que pueda suponer participar en el intercambio de este tipo de imágenes y videos íntimos.
El estudio de la Universidad Drexel puede ser consultado en esta dirección.