(Artículo publicado por La Opinión de Málaga. También fue reproducido en La Opinión de Tenerife, La Opinión de Granada, La Provincia —Diario de Las Palmas—, La Opinión de Coruña, La Opinión de Zamora, La Opinión de Murcia, Levante-EMV, Informacion.es (Alicante), Diario de Mallorca, Faro de Vigo y en La Nueva España.)
En los casos de ciberacoso se hace necesario reducir de manera inmediata la potencial reincidencia del acecho
La situación de padres y madres cuando descubren que su hijo o hija puede estar siendo víctima de ‘ciberbullying‘ no es nada fácil. Las emociones son intensas y dolorosas, por lo que no es sencillo afrontar el problema de manera adecuada, máxime ante las incertidumbres que se les plantean en este contexto digital vital que viven ahora niños y adolescentes.
En las experiencias que se han podido constatar aparecen, por desgracia con demasiada frecuencia, algunas cuestiones que, lejos de ayudar a la resolución del problema, lo enquistan e incluso alientan. Son acciones que afloran, por lo general, fruto del desconocimiento y de la tensión. Si hablamos de ‘ciberbullying’ escolar, suelen concretarse en una reacción de alguna manera violenta contra quienes suponemos autores del hostigamiento, su entorno o incluso personal del centro educativo.
Ello puede conllevar también, al margen de otras consideraciones, una desatención del principal objetivo, que es asistir y proteger a las víctimas, para quienes el director de PantallasAmigas, Jorge Flores, diseñó hace tiempo un decálogo de medidas a tomar.
Por esta razón enunciamos tres principios irrenunciables que se han de tener presentes, como padres y madres, en toda situación de supuesto ciberbullying.
1) Proteger a la víctima
Con independencia de las características, procedencia e intensidad del hostigamiento y de forma complementaria a otras medidas de acompañamiento, se hace necesario en todos los casos reducir de manera inmediata la potencial reincidencia del acecho. Para ello se pueden tomar las siguientes medidas:
Disminuir la frecuencia e intensidad de uso llegando, en función de los casos, a ser recomendable la privación temporal o incluso definitiva de ese determinado contexto virtual (por ejemplo, una red social concreta).
Realizar una evaluación de vulnerabilidades sobre las que se pueda apoyar la persona hostigadora para repetir el acoso.
Emprender y mantener las medidas de ayuda que entendamos pueden servir de cortafuegos frente a nuevas agresiones.
2) Renunciar a las presunciones
En el llamado ciberespacio, sabemos que muchas cosas pueden no ser lo que parecen ni su autoría corresponder a lógica aparente. Este engaño es el primer daño. De hecho, es muy común la suplantación de identidad para ocultar la del agresor, para provocar más molestias que las derivadas del propio acto hostil o para ambas cosas. Esta facilidad con la que una persona se puede hacer pasar por otra es posible online simplemente usando las claves de la persona suplantada, que le han sido previamente solicitadas o sustraídas.
En general, dos cuestiones suelen darse por supuestas:
– quiénes son las personas autoras de la ofensa.
– que la acción ha sido realizada de manera premeditada para causar daño.Es muy aconsejable, caso de que se tenga posibilidad de ello, tratar de cerciorarse de que quien acosa:
– es conocedor de que ha causado un daño y de las acciones o hechos que lo provocaron.
– ha realizado la acción lesiva de manera voluntaria, esto es, que no ha sido fruto de un descuido, o una acción negligente o involuntaria.Puede darse el caso de que quien hizo el daño no conozca el impacto que tuvo y que esté dispuesto a poner todos los medios para su reparación, situándonos más en la posición de un desafortunado incidente que en la de un linchamiento premeditado.
Por último, otra presunción que no ayuda es asumir que se conoce toda la realidad. El ciberespacio tiene muchos caminos que pueden recorrerse de manera consecutiva y lógica pero no siempre es así. Es fundamental un margen de prudencia y mantener el beneficio de la duda.
3) Actuar de manera comedida, pausada y ajustada a las buenas formas
Las prisas no ayudan, no es buen consejero el acaloramiento. Los casos de ‘ciberbullying’ pueden tener consecuencias graves y merecen toda nuestra atención y contundencia, pero ello no implica la necesidad de reacciones exageradas o apresuradas que poco ayudan.
Es un terreno pantanoso con pocas concesiones a la privacidad y donde las acciones tienen la enorme relevancia del canal en el que se desarrollan. Nunca podemos lesionar los derechos de los demás porque nos convertimos en nuevos victimarios y perdemos la autoridad moral que respalda nuestros actos y finalidad.
Los pasos que sean dados en falso van a provocar nuevos obstáculos en nuestro camino y aquellos aliados que seguro necesitamos pueden volvernos la espalda. Hay que recordar que «uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras».
PantallasAmigas cuenta con una página web de referencia donde se puede ampliar esta información sobre ciberacoso entre iguales: http://www.ciberbullying.com